Es ésta la denominación genérica con la que, desde hace siglos, vienen siendo conocidas las innumerables torres troncocónicas protohistóricas que pueblan el paisaje de la isla de Menorca (aunque también los hay troncopiramidales y se hallan presentes igualmente en la vecina Mallorca).
Su función nunca ha podido ser definida, por estudiosos e investigadores, con absoluta claridad y probablemente no pueda considerarse única o exclusiva, tendiéndose en los últimos años a hacer una distinción, a partir de aspectos constructivos, entre dos grupos de monumentos, los que tendrían una utilidad propiamente defensiva y, en ocasiones, de habitación y los con, probablemente, una funcionalidad relacionada con el culto, caracterizados estos últimos por su estructura externa, con una rampa helicoidal o en zigzag que les da forma escalonada.
Lo que sí resulta evidente es su similitud formal y constructiva con las nuragas de Cerdeña y las torres de Córcega, hecho que parece indicar no sólo una cierta relación con las mismas, sino la existencia de un amplio movimiento cultural mediterráneo con características propias de cada isla (así, no sólo hay diferencias entre los talayots de Mallorca y Menorca, sino que las "taulas" sólo se hallan en esta última), lo cual no deja de resultar hasta cierto punto lógico precisamente por tratarse de islas, por mucho que hubiera frecuentes contactos entre pueblos por todo el Mediterráneo Occidental desde tiempos muy lejanos.
En lo que a la cronología se refiere, debemos señalar que el talayot, a pesar de haber dado nombre a toda una cultura, nunca ha sido muy estudiado y, por lo tanto, se le conoce bastante mal. Todo conduce a creer, sin embargo, que los primeros ejemplares datan del Talayótico Ia (1400-1150 a.C.)